Fiestas
A la falda de un cerro un poco elevado y junto al río Salor, que baña su terreno, se halla la villa de Torremocha, que perteneció, en el orden eclesiástico, a la diócesis de San Marcos de León (Llerena) y hoy a la de Coria Cáceres y en el administrativo al partido judicial de Mérida, la romana y eternal Emérita Augusta, del que pasó al de Montánchez, en la geografía cacereña. Se llama Torremocha porque su torre es mocha, sin capitel. El gentilicio de nuestras gentes es torremochan@s.
A continuación pasamos a describir nuestras fiestas:
"La Pica"
Una de las fiestas castizas y típicas en grado sumo, la principal de la localidad alto-extremeña y de más fama en muchas leguas a la redonda, es la de «La Pica», que se celebra por Pascua Florida, el martes siguiente al Domingo de Resurrección. Recibe la denominación de «La Pica» debido a que llevan los torremochanos a la fiesta muchos huevos cocidos con los que juegan golpeando unos con otros (picando); el de cascarón más tenaz gana a su contrario. La narración de la fiesta va a comenzar por los preparativos para la misma: El día anterior a la fiesta, en las casas se cuecen grandes cantidades de huevos, agregándoles materias diversas, como corteza de encina, cal, etc., en la creencia de que la cáscara del huevo adquiere más dureza. Como dulces típicos figuran las «Roscas de la Pica» y los «Hornazos», las primeras se preparan con harina de superior calidad, azúcar, anís, huevos (solamente la yema) y vino, conservando el resto para el barnizado de las mismas. Los «Hornazos» se hacen como es corriente en otros pueblos de la comarca; se utiliza harina blanca (como para el pan de buena calidad), a la que se le agrega un poquito de aceite de oliva; una vez bien amasada se introducen en su interior trozos de chorizo, jamón y huevos, según el tamaño, dándole la forma de grandes roscones que se llevan a la panadería para que por la temperatura se ludíen, dicho sea con término de la expresión popular, y adquieran el punto crítico para su cocción en el horno. Los huevos cocidos y las roscas sirven para repartirlos entre los familiares y amistades íntimas, jóvenes de ambos sexos. Las roscas se destinan especialmente para los niños, los cuales se las llevan a la romería metidas en el antebrazo. Anotadas las características de los dulces netamente torremochanos, vayamos a la descripción de la fiesta religiosa: A las nueve, aproximadamente, de la mañana sale de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción la cruz parroquial con su manga, el sacerdote y los romeros de ambos sexos, con dirección a la ermita de Nuestra Señora de Torrealba (que dista del pueblo dos kilómetros y medio). Entre los romeros figuran todas las autoridades locales. Desde la iglesia hasta una cruz de las tres existentes a la salida del pueblo (1), en que el día 9 de mayo, festividad de San Gregorio, se realiza la bendición de, los panes, la hoja de labor sembrada de trigo, se va cantando la Letanía de los Santos.
- Santa María, te rogamos, dómine...
En este punto termina la romería con carácter estrictamente religioso y es renovada al llegar al ejido de la ermita en que se continúa la letanía mencionada hasta entrar en el pequeño santuario. Hoy se ha incrementado notablemente la romería, ya que se trae la Virgen desde su ermita a la parroquia, donde se le hace un solemne novenario que finaliza el día anterior a la fiesta con el propósito de llevar a Nuestra Señora de Torrealba a su ermita el mismo día de la fiesta en su honor. Una vez colocada en su altar, se celebra la misa cantada, sermón y procesión. Al terminar ésta, los romeros «pujan» los brazos de las andas que conducen a la Virgen, antes de entrar en su ermita, asiéndola y penetrándola los cuatro romeros (sin distinción de sexo) que más han ofrecido. Antiguamente, los vaqueros del pueblo llevaban en este día todo el vino que podían beber los romeros, siendo costeado por aquellos. El Ayuntamiento tenía asignada una partida de su presupuesto para esta fiesta, consistente en abonar el importe (le los gastos religiosos y el del chocolate y dulces con que obsequiaban a los romeros. Después del Movimiento Nacional de 1936 ha desaparecido el reparto de chocolate y dulces, reduciéndose a cierta cantidad de vino, chacinas y quesos de la zona que es distribuida entre todos los presentes. Después de terminada la parte religiosa, comienza la verdadera fiesta de «La Pica», la acción de "Picar" los huevos consiste en coger cada persona un huevo cocido cerrando la palma de la mano con uno de los extremos visible y chocar "picar" su huevo contra otra persona que lo tiene cogido de la misma manera, siempre uno de los huevos se resquebraja, siendo éste el que pierde teniendo que ser entregado al quien lo rompe. Por regla general, desafía el sexo femenino, cogiendo un huevo con su mano derecha, dejándole ver entre la mano y dedos pulgares e índice un extremo muy poquito, y el mozo, con uno que tiene, le da un golpecito; si se rompe el de éste, debe entregarlo, y como esta entrega no se hace voluntariamente, sale corriendo y tras él las mozas que estaban presentes durante «La Pica», con el propósito de quitárselo, cosa que no se consigue nunca, pues aunque aquél se deja coger, al Pretender abrirle la mano, termina el huevo haciéndose migas y lo peor es que si lleva más en los bolsillos se los aplastan todos y lo mismo ocurre cuando él rompe el huevo. Para lograr el éxito se preparan huevos falsos como cascarones de huevos rellenos de pez negra, resma, mármol y, sobre todo, de alabastro, materia con la que se imita muy bien a los naturales. En esta fiesta intervienen sacerdotes y autoridades que también «pican», pero claro es, más ordenadamente. Terminada la «pica», regresa el personal romero; sale de la ermita cantando la letanía de los santos hasta el ejido de la misma para reanudaría al llegar a la cruz que hay a la entrada del pueblo, donde continúa hasta la parroquia. Se ha perdido hace unos años la costumbre de prolongar por la tarde la fiesta glosada en este capítulo en los alrededores de la ermita del Santísimo Cristo del Humilladero, Patrón de la villa torremochana, en cuyas inmediaciones había gran número de cruces (en la actualidad casi todas desaparecidas) donde era continuada con nuevo repuesto de huevos. Después se llevaban al campo exquisitos frites y meriendas para se degustados; durante años estuvo a punto de perderse la costumbre, pero hoy en día la tarde se convierte en un feliz día de campo. De aquí marchaba la juventud a los bailes, donde proseguía la fiesta y finalizaba al terminarse los huevos naturales, ya que los artificiales se guardaban por sus buenos resultados para el próximo año. Pero ha sido recientemente cuando la Fiesta ha adquirido su propia singularidad a partir del juego primitivo, y una vez picados los huevos, se separa la yema cocida y se "restriega" por la cara al primero que se observa un tanto despreocupado o aburrido. La acción de restregar los huevos por la cara, puede deberse a otra práctica llevada a cabo, casi siempre por los más jóvenes del lugar, que solían, aprovechando un descuido, estropear los huevos que portaban las mozas en cestas dando un manotazo fuerte por detrás. Esto provocaba su ira ya que, una vez los huevos agrietados, era imposible poder "picar" durante el resto del día. Puede que bien como arrebato, o a modo de venganza alguna muchacha se decidiera a devolver el agravio, refregando la yema del huevo en discordia por la cara de aquel que hubiera tenido la osadía de romper sus óvulos y que de ahí, y como consecuencia del ambiente de cordialidad y festividad que se respira, esta práctica se volviera habitual entre los asistentes, convirtiéndose, hoy por hoy en parte fundamental del festejo, y donde reside su rareza y curiosidad. Tratando de potenciar aún más el valor turístico de la fiesta, recientemente se ha solicitado a la Junta de Extremadura la Declaración de la Pica como Fiesta de Interés Turístico, atendiendo a los valores de peculiaridad y originalidad que dicha celebración encierra.
(1) Hay que advertir al lector que en Torremocha se efectúa la bendición de los campos en una de las tres cruces ubicadas en la dirección de las tierras sembradas de trigo ese año. Estas cruces corresponden a las hojas de sembraduras propias de la rotación de cultivos cerealistas de esta zona.
Feria de Mayo
Dado el gran peso especifico que en Torremocha tiene el sector ganadero, que aprovecha la gran calidad de los pastos de sus dehesas y llanuras constituyéndose en base de la economía de buen número de familias, por iniciativa de los productores, en 1975 se instituyo una feria de ganado al estilo tradicional. Desde entonces cada 23 de mayo, el evento es una cita obligada del calendario para el gremio ganadero, sobre todo en el área del vacuno, que se ha convertido en uno de los de mayor prestigio de Extremadura y de España en lo que a mercado, trato o compra-venta directa se refiere.
Aprovechando el ambiente festivo en los días próximos se celebra un, ya tradicional, desfile y concurso de carrozas en las que se representan desde las más arraigadas tradiciones del medio rural hasta la ferviente actualidad desde la perspectiva del humor, la crítica y el sarcasmo.
Fiestas en honor al Cristo del Humilladero "El Cristo"
Cada 14 de septiembre Torremocha celebra las que, sin duda, son sus fiestas mayores dedicadas a su patrón. El ciclo festivo se inicia días antes con la celebración de una concurrida novena en la ermita que, en cada jornada, culmina con un espectáculo de fuegos artificiales.
En la noche del 13 de septiembre, víspera del día grande, la novena finaliza con el besa manto de la imagen del Cristo en la Cruz del siglo XVIII y con una velada de pirotécnica, de mayor entidad que las precedentes, en la que la luz y el estruendo son los protagonistas.
El día 14, el “Día del Cristo”, la tradicional misa matutina, seguida del disfrute en los abarrotados bares y tabernas, se complementa con un ofertorio vespertino en el que los ciudadanos se vuelcan con la aportación de productos típicos, bebidas y dulces que en muchas ocasiones, producto de la subasta, de nuevo, vuelven a su propietario original.
Durante los días siguientes del ciclo, 15, 16 y 17 de septiembre, “Día del Cristo Chico”, “Primer día de toros” y “Segundo día de toros”, se abandona lo religioso, dándose paso a lo festivo en forma de comidas populares, espectáculos taurinos y verbenas nocturnas. En definitiva, varios días de fiesta en los que si uno se acerca a Torremocha, al año siguiente, vuelve.
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